Este palacio es especial por muchas cosas, pero, sobre todo, por su historia. No fue construido para un rey, sino para el Cardenal Richelieu. Con la iglesia hemos topado, que diría Don Quijote. Por eso también es conocido como Palacio Cardinal. Cuando murió Richelieu los duques de Orleans lo convirtieron en su hogar y abrieron sus jardines al público y así sigue siendo a día de hoy.
El Palacio ahora es la sede del Consejo de Estado de Gobierno y no se puede visitar, pero sí se puede dar un paseo por los soportales que rodean los jardines. Sus columnas son espectaculares y muy prácticas para los día de lluvia. Debajo de las arcadas hay algunas tiendas, comercios y galerías con solera.
Antes de abandonar la zona, merece la pena acercarse a ver el Teatro de la Comédie-Francaise, que está al final de las galerías, y su parada de metro de colores.